martes, 18 de septiembre de 2007

Competitividad y eficiencia: Asignaturas pendientes del taller

Durante el pasado año 2006, en Instituto de Formación Continua (IFC), hemos tenido la oportunidad de realizar 37 cursos de gestión empresarial del taller multimarca en distintas zonas de España. En dichos cursos hemos podido constatar algunos de los retos que el taller debe de afrontar con celeridad. En este artículo daremos a conocer los datos más relevantes que se desprenden del análisis de la información recogida.

Recuerdo que hace apenas cinco años en un Congreso de talleres, en el que se me invitó a participar como ponente, hacía mención a los retos que el taller debería de afrontar con celeridad si no quería “perder el paso” en el competitivo mercado de la reparación y mantenimiento de vehículos. Entre algunas de las acciones que el taller debía acometer con urgencia se encontraban la formación técnica de los recursos humanos, la mejora de su imagen integral, la inversión en maquinaria y aparatología (ya fuera esta para la sustitución de equipamientos obsoletos o bien para incorporación de otros nuevos) y disponer de sistemas de información técnica y formación empresarial de los responsables y jefes de taller, entre los más significativos.
Es gratificante ver cómo en este periodo de tiempo los talleres han realizado un enorme esfuerzo en inversiones, mejorando su nivel de equipamiento en maquinaria y equipos, incrementando en un 57% de los casos el tamaño medio de sus instalaciones y mejorando de forma significativa su imagen tanto exterior como interna.
Ahora que los talleres han acometido estas inversiones, muchos se están preguntando si realmente han valido la pena tanto esfuerzo, ya que la rentabilidad no es la que esperaban.
La respuesta inmediata a esta pregunta es ¿La respuesta inmediata a esta pregunta es ¿Dónde estarían hoy si no lo hubieran hecho? Las otras respuestas, una vez más, las han dado los propios talleres cuando se les ha planteado el tema en los cursos de gestión del taller.
Los talleres reconocen que no son eficientes, que pasan muchas horas en el taller y éstas no se ven reflejadas
en su rentabilidad.
Existen muchas definiciones de eficiencia. Yo, personalmente, creo que la eficiencia consiste básicamente en realizar un trabajo determinado, utilizando los mínimos recursos necesarios, ya sean materiales, humanos o temporales.

Pero cómo ser más eficiente, ya no está tan claro parar el taller. Mejor dicho: sí tienen claro lo que deberían hacer pero la mayoría no saben cómo hacerlo.
Aunque a estas alturas y conociendo el oficio de quien escribe este artículo, por muy extraño que les pueda parecer ¿A que no saben cuál sigue siendo la asignatura pendiente del taller?
Efectivamente, una vez más, han acertado: la formación.
Veamos y comentemos algunos casos ilustrativos que se producen en el taller para avalar dicha afirmación.

La inversión en maquinaria y aparatología:
Las inversiones en nueva maquinaria no van acompañadas de la formación e información necesaria para poder aprovechar al máximo su rendimiento. Se dan varias situaciones: a) No aprovechar todas las funciones que permiten; b) Mayor tiempo en preparar la máquina nueva en relación con la antigua, c) incomodidad ante “lo nuevo” ya que nos cuesta cambiar de hábitos de conducta, d) no saber interpretar las informaciones, etc.
En cualquier caso, el resultado es el mismo: más tiempo del necesario para hacer un trabajo.

Tiempo en la oficina:
Una de las situaciones comunes es no disponer de tiempo para dedicarlo a las tan necesarias tareas de dirección, planificación, organización y control de las actividades del taller.

¡Pues tiene que encontrarlo! Hay que organizar de forma racional los trabajos que tiene que ejecutar cada operario, marcar tiempos para cada operación, realizar bien los presupuestos que nos piden clientes y compañías,reclamación y seguimiento de cobros, controlar los costes, negociar, etc.
Hay que priorizar, cuantificar, decidir y ejecutar.

Información técnica:
Cantidad no es sinónimo de calidad; demasiada información no significa que sea fiable ni que la necesitemos para nuestra actividad. El acceso a la misma ha de ser fácil y rápida y debería dar respuesta a nuestras necesidades.
Disponer de listados de comprobación ayuda a disminuir los tiempos de detección de las averías al no tener que ir probando con criterios erróneos.

Horas, malditas horas:
Calcular de forma adecuada el coste/hora de taller, sigue siendo una asignatura pendiente para la mayoría de nuestros talleres. ¿Cómo lo calculan? Por regla general, el precio hora suele fijarse por “simpatía” con los de la competencia y no con otros factores como los costes, posicionamiento del taller en su zona de influencia, servicios diferenciados, etc. ocasionando en muchos casos situaciones de rendimientos decrecientes.

Es interesante para el taller conocer las técnicas aplicables a los nuevos materiales empleados en carrocería y eso se consigue a través de la formación.

Sustituir en vez de reparar:
La mayoría de talleres de chapa y pintura, en la reparación de un vehículo, substituyen un elemento antes de repararlo al no conocer las técnicas aplicables a los nuevos materiales; aluminio, fibras, composites, etc. incurriendo en costes superiores a los necesarios.
Tasación y valoración de daños: las herramientas existentes en el mercado para la valoración de daños, lejos de suponer una pérdida de tiempo, ayudan a la peritación rápida y justa de un siniestro. La utilización de versiones u opciones simplificadas dejan el campo demasiado abierto a la valoración subjetiva por parte de muchos peritos.

Estos son algunos ejemplos de situaciones diarias en el taller que, debido a su efecto multiplicador (muchas veces al día durante muchos días, aunque sea poco tiempo), inciden d forma determinante en la competitividad de nuestros talleres. La formación, lejos de cubrir necesidades puntuales debe convertirse en una actitud de los profesionales del taller ya que ésta es capaz de dar respuesta a las situaciones y casos descritos anteriormente.
Por su parte, los profesionales de la formación deben ofrecer una formación de calidad
adaptada a las necesidades de los talleres, con los recursos y tecnologías más adecuadas a cada caso.

Moisés Bargués,
Soluciones y Aplicaciones Tecnologicas Integrales (SATI)

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