miércoles, 22 de diciembre de 2010

¡A perro flaco todo son pulgas!

Lo que está pasando en nuestros talleres ya lo sabemos,porque lo estamos viviendo día a día. 
Pero¿qué va ha pasar a corto plazo? Los que ya me conocen, saben que no me gusta especular con el futuro, es demasiado peligroso y alguien, alguna vez, te puede pedir cuentas.

No obstante y debido a la insistencia de bastantes amigos propietarios de talleres, y para corresponder a su confianza, voy a intentar hacer un análisis de lo que en un futuro inmediato, creo que puede acontecer en nuestros talleres, si no es que ya está pasando.

Vivimos de nuestros clientes; y nuestros clientes hoy:
a) Un 20% están en el paro.
b) Un 13% aproximadamente tienen unos ingresos de menos de 1.000 euros/mes.
c) Les han subido la hipoteca o en la próxima revisión se la van a subir.
d) Han pasado de consumir “marcas blancas” a consumir menos cantidad de “marcas blancas”. Traducido, baja el consumo, tanto en importe medio de la compra, como de las cantidades compradas.
e) Los nuevos contratos se hacen por 800 euros/netos mensuales (ya quisieran muchos ser mileuristas).
f) Los hijos no se marchan de casa porque no pueden; y muchos de los que lo hicieron, o vuelven o hay que ayudarlos a
llegar a fi n de mes.
g) Los jóvenes viven en una precariedad “de narices”, por no decir algo más fuerte.
h) La tendencia de los tipos de interés es al alza.
i) La renta familiar disponible está en sus cotas más bajas.
j) El ahorro crece. O sea ¡qué no corre el dinero!
Bueno, paro ya porque me está entrando un cabreo de narices. En serio, lo veo muy mal y encima los que tendrían que
estar por la labor, están pensando en…, no sé. Ya no oigo hablar de “brotes verdes” ¿se acuerdan?
Por si fuera poco, las administraciones, todas y de toda índole (industria, medio-ambiente, ayuntamiento, consumo, etc.) parecen ponerse de acuerdo para hacernos la vida un poco más “llevadera”. Ya no sabemos si es una medida de lucha contra el paro, para que los talleres “fichen” solo a una persona para ocuparse de estos temas, o a los que quedamos, hay que seguir apretándoles para recaudar. De seguir a este paso quizás si que será cierto que van a quedar “dos y el cabo”.
Y van más. Como el tema está como está, cada vez hay más personas que complementan la prestación por desempleo con pequeños trabajos de mecánica y mantenimiento, en el garaje de su casa y a falta de garaje, hasta se atreven a hacerlo en la vía pública, con total impunidad.
La laxitud en la vigilancia, por parte de la autoridad competente, de estas actividades contrasta con la que se ejerce a los talleres.
Hay permisividad y falta de criterio. ¿No se dan cuenta de los daños medioambientales que se están causando, por ejemplo, por verter al alcantarillado o a la acequia más próxima aceite usado del motor? ¿Dónde se piensan que tiran las baterías usadas?
Eso si, a nosotros que llevamos media vida cargando y reparando fugas de gases refrigerantes fl uorados, nos obligan a realizar un curso de 40 horas para poder tener una acreditación profesional para poderlos manipular, so pena de sanción.
Como todo el mundo anda apurado, los precios se están ajustando y con ello los márgenes comerciales, con el consiguiente riesgo de entrar en beneficios decrecientes; o lo que es lo mismo: caer en el autoengaño. La “pelota” se hace muy grande de forma muy rápida. ¡Ojo! ¡Aviso a algunos distribuidores! ¿Señores, cómo pretenden fidelizar al cliente taller, si le están ofreciendo el mismo descuento que al particular? A las personas que en estos momentos, por las circunstancias que sea, les están haciendo la competencia a los talleres de forma desleal no se les puede ni debe vender con los mismos descuentos. ¿Se imaginan que voy yo, como particular, compro al distribuidor con descuento
y voy al taller para que me lo monte? A más de uno le va a pasar factura, como coloquialmente se suele decir.
¿Y qué pasa con el recambio ecológico (que queda mejor que decir, que viene del desguace) que trae el cliente para que se lo montemos?
Difícil, ¿verdad? ¿Qué creé usted que podemos hacer entonces?
¿Qué hacer? ¡He aquí la cuestión!
a) Decida qué tipo de cliente quiere tener (principalmente). Ya sabe que no todos son iguales. Si al fi nal las cosas van maldadas, siempre está a tiempo de cogerlos todos.
b) Realice un ajuste de costes, acorde con la facturación y el margen comercial que desea obtener, al igual que en el caso anterior, siempre hay vuelta atrás.
c) Actúe con agilidad, no tome más adelante la decisión que usted ya sabe que tenía que haber tomado ayer. ¡El tiempo sigue siendo oro!
d) Cuantifique y evalúe el impacto económico y de imagen del taller, con las nuevas situaciones con las que nos encontramos.
Por ejemplo ¿monto o no monto piezas aportadas por los clientes? En caso afirmativo ¿cómo voy a gestionarlo?, ¿cuántos clientes vienen al mes para pedir este tipo de servicio? ¿Son del tipo de cliente que me interesa, o del que no me interesa?
Hay que medir y evaluar, antes de decidir.
e) Mantenga la empresa llamada “taller” siempre al día en las obligaciones legales, aunque ello represente un enorme sacrificio. ¡Duerma tranquilo!
f) Denuncie cualquier actividad ilegal que perjudique sus intereses, ya sea directamente, o a través de las asociaciones
gremiales pertinentes. Es su forma de vida la que está en peligro.
g) Ajustar los márgenes. Si no queda más remedio, vale, pero haciendo bien los números, no nos vayamos a pillar los dedos.
Recuerde que podemos ajustar los márgenes, no solo linealmente, sino ¡también por servicios!
h) Hable con su equipo y hágales participes de la situación. Pídales su colaboración, se trata de salir adelante en una situación extremadamente difícil y no valen medias tintas. Todos tenemos que arrimar el hombro.
i) Replanté los métodos y procedimientos de trabajo. Intente ser más eficiente y que el resto del equipo también lo sea.
j) Elabore un plan de gestión de cobros. ¿Cómo quiero cobrar? ¿Cómo puedo cobrar? ¿Qué tengo que hacer para no tener pendientes de cobro? ¿Voy a aceptar fi nanciar reparaciones? ¿Hasta qué importe? En definitiva, tenga claro lo que le conviene y no improvise. Ahora más que nunca, puede salirle muy caro.
k) ¡Venda! ¿Cuánto tiempo hace que no sale a la calle a vender? Lleve a cabo acciones comerciales (ofertas, promociones, descuentos, etc.) demuestre que está vivo.
l) Tome decisiones. Lo importante es no perpetuarse en el error.
m) Intercambie información con otros profesionales de su zona y si es posible y rentable, cooperen.
n) Decida quién o quiénes quiere que sean sus colaboradores estratégicos. En los talleres saber con quién puedes contar es importante para poder pedir apoyo y/o preparar campañas conjuntamente. El mejor negocio es aquel que beneficia a ambas partes.
ñ) Olvídese de grandes resultados (margen comercial), lo importante es mantener el volumen de las entradas de coches en el taller.
Hay dos grandes estrategias posibles, desde mi punto de vista, en estos momentos. La primera, apostar fuerte por campañas promocionales que cubran el espectro más amplio posible de clientela de nuestro taller y “machacar” periódicamente la zona de influencia del taller. La segunda, más conservadora y menos arriesgada, atrincherarse. Consiste básicamente en ser fuerte en aquello que hacemos bien y somos competitivos, de tal forma que a la competencia les cueste más llevarse a nuestros clientes.
Diciembre 2010 publicado en "el Periódico del taller" 

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