domingo, 15 de abril de 2007



Articulo publicado en El periódico del taller /
Costes y gestión de los clientes en el taller (II)
En el artículo anterior hablábamos de la estrecha relación existente entre los costes y la rentabilidad en el taller. En este artículo, continuación del anterior número, intentaremos dar unas pautas operativas sobre cómo gestionar de forma rentable a nuestros clientes.

En todo negocio es necesario saber cuan rentable es cada cliente, es decir, no todos los clientes generan el mismo nivel de beneficio en el taller, así como tampoco no todos nos dan el mismo trabajo (costes).

¿No es cierto que si usted supiera, con seguridad, que un cliente genera más gastos que ingresos tomaría decisiones distintas a las que ha tomado hasta ahora respecto a él?

De la misma forma, aquellos clientes que aportan la mayor parte del beneficio, ¿realmente se sienten recompensados? La gestión de los clientes no es nada fácil, pero lo que sí es cierto es que todos contribuyen de forma distintas a la obtención del beneficio, por lo que cabe preguntarse: ¿estoy gestionando racionalmente la cartera de clientes?

Un procedimiento para poder gestionar las distintas rentabilidades de los clientes es el siguiente:

a) Conocer los costes de la venta:

la mayoría de nuestros talleres, aunque dispongan de programas de gestión del taller, no los utilizan eficientemente. Un sistema de contabilidad de costes debe registrar el coste de adquisición de recambios, de recepción del vehículo y atención al cliente, generales, etc., por orden de reparación y/o por cliente.

Aunque "a priori" parezca una tarea ardua y difícil, en la práctica es relativamente fácil, si nos ponemos a ello. En nuestros talleres podemos clasificar a nuestros clientes en tres o cuatro tipos distintos y, a su vez, en dos, según su volumen periódico de compras. Para cada uno de ellos se les puede asignar un coste estimado. Recuerde que siempre será mejor disponer de una información, aunque sea aproximada, que no disponer de ninguna.

b) Conocer la rentabilidad de cada tipo de cliente:

conocidos los costes, tendríamos que clasificar a los cliente en función de su rentabilidad (la rentabilidad podría establecerse por %).

Si conocemos los costes y se utiliza una estrategia de precios proporcionales en función del coste nos encontraremos con una mayoría de clientes "oportunistas" y "funcionales" (ver artículo de la anterior edición de El Periódico del Taller).

Esta situación es muy normal, aunque cabría plantearse pasar a ciertos clientes a "pasivos", ya que estos suelen aceptar precios más altos, ya que les gusta el servicio que les prestamos.

Los talleres que conocen bien sus costes y fijan sus tarifas en función del valor del producto para sus cliente, en vez de hacerlo sobre el coste de ofrecer ese servicio, obtienen la mejor rentabilidad.

c) Aplicar estrategias diferentes en función del tipo de cliente:

el taller va a tener que tomar dos grandes decisiones en este sentido:

1) Decidir a qué tipo de cliente/s quiere dirigir básicamente la actividad de su taller.

2) Dónde quiero situar la mayor parte de mi negocio.

Las decisiones que tomemos en este sentido van a determinar la razón de ser del taller ya que condicionarán sus actuaciones.

Un taller con precios bajos captará a un tipo de cliente que coincidiría con el denominado "oportunista", mientras que el que optaba por precios altos tendería a tener clientes tipo "funcional".

Si se tiene en cuenta que los recursos del taller son limitados, en la mayoría de los casos será necesario abarcar distintos tipos de clientes, aunque teniendo claro qué tipo de cliente nos es más rentable.

d) Aplicar sistemas de apoyo: a no ser que queramos aplicar una política de precios proporcionales al coste, es imprescindible disponer de un sistema de apoyo para poder gestionar las grandes diferencias de rentabilidad de nuestros clientes.

1) Hay que disponer de información sobre la rentabilidad de cada trabajo, de cada cliente, las distintas especialidades del taller, etc... y no sólo el volumen de ventas.

2) Habría que establecer sistemas para poder determinar las tarifas. Para ello, es recomendable disponer de distintas tarifas en función del tipo de servicio prestado y sus costes asociados.

3) En los talleres grandes donde se ofrece un elevado nivel de servicio por parte de varias personas de la misma organización, la coordinación entre ellos es esencial.

e) Auditar el análisis periódicamente:

los comportamientos de compra de los clientes son dinámicos, esto es, varían con el tiempo al igual que el mercado y la competencia. Lo que hoy funciona, mañana deja de hacerlo. Hay que auditar de forma periódica la cartera de clientes y su rentabilidad.

Para hacerlo de forma eficaz, una vez más, el sistema de información de que dispongamos será determinante para conseguir hacer un seguimiento tanto de los costes como de los precios y rentabilidad.

Con estos datos, el análisis es relativamente fácil. Para concluir, es necesario advertir que cada año es necesario realizar ese análisis para poder observar las desviaciones y tomar las medidas más adecuadas en cada caso.

En definitiva, hay que saber qué rentabilidad aporta cada tipología de cliente, claro que, para ello, deberemos antes agruparlos por un conjunto de características comunes (criterios de clasificación).

Una vez sabemos la rentabilidad de cada uno, nos es más fácil poder determinar las acciones concretas a realizar con cada grupo (descuentos, promociones, ofertas, etc.) y, sobre todo, hasta dónde podemos llegar con nuestra relación comercial.

Asimismo, nos permitirá tomar decisiones de tipo más estratégico, como por ejemplo decidir qué segmento de mercado nos interesa, hacia dónde debo enfocar la actividad del taller, qué especialidades están facturándose a precios por debajo de su coste real, etc.

¡Hagan números, señores!


Pasos a seguir:

1) Conocer los costes de la venta

2) Conocer la rentabilidad de cada tipo de cliente

3) Aplicar estrategias diferentes en función del tipo de cliente

4) Aplicar sistemas de apoyo

5) Auditar el análisis periódicamente

Moisés Bargués, Instituto de Formación Continua
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miércoles, 11 de abril de 2007




Negocio / 14 El periódico del taller


Costes y gestión de los clientes en el taller (I)

Los costes de nuestros servicios
Los costes de nuestros servicios a distintos clientes pueden variar de forma significativa y lo curioso del caso es que casi nunca se ven reflejados en el precio. Podríamos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que somos injustos penalizando (en la factura) al cliente que menores costes nos genera que al que supone mayores costes.Veamos a continuación los costes en los que suele incurrir, de forma general, el taller y que no siempre se tienen en cuenta y, por supuesto, la mayoría de veces tampoco se repercuten en el precio.

1.- Costes previos a la venta.No todos los clientes requieren el mismo tiempo antes de decidirse a contratar nuestros servicios. Unos piden presupuestos por escrito, aunque luego se marchen a la competencia (es más en la mayoría de veces el tiempo invertido en hacer el presupuesto no se cobra). Otros quieren que les digamos qué problema tiene el vehículo (diagnóstico) y cuando lo hacemos se marchan e intentan hacérselo ellos mismos o se marchan a otro taller.¿Podría adaptar/diseñar servicios específicos para cada tipo de cliente?

La rentabilidad del taller está estrechamente relacionada con los costes del mismo en general y en particular con sus costes operativos, ya que representan alrededor del 60% del total.

La gestión de estos costes, junto con los de comercialización, generales, etc. está de actualidad debido a la presión que los clientes ejercen, y seguirán ejerciendo, sobre el taller.


Tenemos ejemplos de los denominados servicios rápidos que, gracias a una estructura "productiva" adecuada, servicio "diseñado a medida" y una comercialización eficiente, basada en una correcta segmentación del mercado, produce mejoras que reducen los costes para ambos.


Por otro lado, las actividades tradicionales del taller multimarca, basadas más en el "traje a medida", debido principalmente a la amplitud de sus servicios y diversidad de clientela, hacen que aumenten los costes de servicio al cliente.


Una gestión eficiente de los clientes tendrá que tener en cuenta:

  • Los precios que estamos aplicando, de forma general (precio/hora) o específica (precio cerrado para un cambio de aceite en un determinado tipo de vehículo)

  • El valor aportado por el cliente, siendo en este caso el precio que este estaría dispuesto a pagar por nuestros servicios. En este contexto es básico determinar los costes de nuestros servicios.

2.- Costes de producción.Existen múltiples factores de producción que inciden en los costes relacionados con cada servicio o con cada cliente, tales como el importe del servicio, los materiales, piezas y componentes utilizados, el tiempo de que disponemos para realizar nuestro trabajo o, porqué no decirlo, nuestro nivel de capacitación.

3.- Costes de distribución.En la actualidad es cada vez más frecuente la entrega y/o recogida del vehículo del cliente, esto conlleva costes adicionales, que no siempre son facturados en sus costes reales.

4.- Costes del servicio postventa Las quejas y/o reclamaciones de los clientes, sean estas fundadas o no, requieren de nuestro tiempo y este no está contemplado. ¿Cuánto tiempo no dedicamos a atender dudas, consultas, etc. sobre una reparación ya efectuada y cobrada.

Por regla general los precios no reflejan los costes reales de servicio al cliente y, por esta razón la rentabilidad del negocio y de cada tipo de cliente puede ser muy variable.Por esta razón seria conveniente clasificar a los clientes basándonos en dos aspectos esenciales; el precio neto realizado y el coste de servirles.Con base en la matriz que acompaña al texto, se detallan las siguientes características de los clientes:

  • El cliente funcional: el servicio a un cliente funcional cuesta mucho, pero por regla general éste está dispuesto a pagar lo necesario. Generalmente las relaciones con el cliente empiezan siendo de este tipo. El cliente necesita apoyo de servicio, exige una buena calidad global y está dispuesto a pagar por ella.

  • El cliente oportunista: es por regla general muy sensible al factor precio, a los altos, claro; sin importarle demasiado la calidad y el servicio.

  • El cliente pasivo: los clientes pasivos tampoco se preocupan en exceso de la calidad y el servicio, pero está dispuesto a pagar unos precios más altos que el oportunista. Normalmente, este tipo de clientes son muy rentables. Un cliente puede ser pasivo por las siguientes razones:

a)El servicio no es lo bastante importante para él como para emprenda un regateo.

b)El servicio y la confianza en él, es demasiado importante como para arriesgarse a cambiar de taller.

  • El cliente agresivo: este cliente exige la máxima calidad, el mejor servicio y unos precios bajos (bueno, bonito y barato seria su lema). Los clientes agresivos son generalmente aquellos que saben que su consumo/facturación anual es alta en el taller y adoptan una fuerte posición negociadora.

¿Sería capaz de cuantificar cuántos clientes de cada tipo tiene Vd. en su taller?

¿Sabe Vd. qué tipo de cliente le es más rentable?

¿Le interesa trabajar para cualquier tipo de cliente o bien centrarse en aquellos que realmente sean más rentables?


Disponer de la información para poder responder a estas preguntas nos ayudará a tomar las decisiones más adecuadas, aunque no sea tarea fácil, en cada caso.

En el próximo número abordaremos cómo se puede gestionar de forma rentable la cartera de clientes.


Moisés Bargués, Instituto de Formación Continua
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